miércoles, marzo 21, 2007

Un frasco de mermelada


Hoy es un frasco de mermelada, pero en verdad no es relevante, porque ayer fue una barra de chocolate y el domingo, un pote de helado.
Siento que el retrato de mi hija que está enfrente de mí me mira con extrañeza, sin entender qué es lo que ahogo entre bocado y bocado. Porque, seamos honestos, qué tantas frustraciones puedo querer ahogar en un mar de azúcar y carbohidratos.
Antes era distinto. Antes estaba sola, no tenía planes, mi trabajo me desagradaba y parecía que arruinar mi facha era un castigo merecido a mi mala suerte o a mis malas decisiones, o a las dos cosas. Pero ahora, con motivaciones y motivos, no hay nada que explique esta compulsión de tragar una tras otras las cucharadas de mermelada de duraznos, apenas paladeando la textura de la fruta, sintiendo ese calor bochornoso del exceso de dulce y medio recordando que, se suponía, debía bajar de peso y no aumentar, como ciertamente sucederá luego de engullir 200 grs de algo que no necesito.
Esta soy yo y no lo soy a la vez. Una de mis internas me pide a gritos que siga tragando, y la otra me empuja al baño a vomitar. Debí nacer en el renacimiento y posar para Rubens, o al menos en los 60 y actuar en alguna de las bobas películas de Elvis, calzaría mejor...

viernes, marzo 16, 2007

La primera pelea

Cata: Mamá, Lukas pegó.
Yo: Te pegó? Dónde?
C: Na cabeza, mamá
Y: Pero qué pasó? Estaban peleando o fue un accidente?
C: Peleando... pero Cata defendiendo mamá, defendiendo!

viernes, marzo 09, 2007

Hace 3 noches, un recuerdo resucitó a la Mara que perdí hace más de un año...

Una de las cosas que aprendí en la única terapia que he seguido, es que una está hecha de dualidades y así es como debe aceptarse y apreciarse.

Hace unos minutos, un amigo me conversaba acerca de que no quería salir por salir con una mina; quería alguien para conversar, con quien le pasaran cosas, que le moviera el piso. Y yo me quedé pensando en que debo ser de las pocas personas que tiene a su lado alguien capaz de moverle el piso y luego volverlo a su sitio; alguien que me ama, me cuida y me respeta. Por qué mierda entonces siento otra vez la necesidad de la adrenalina en mis tardes...
Tuve un alumno hace un par de años, más chico que yo, pero ni tan pendejo... debe haber tenido unos 4 ó 5 años menos, pero a la tercera interrogación me fascinó. Culto, argumentativo, inteligente, con ese rostro pálido medio pecoso que se perdía entre unos ojos inmensamente cafés y el pelo castaño desordenado... Venía a mi casa a mitad de semana, a última hora, y partíamos conversando, luego estudiábamos y después conversábamos un poco más; puede que haya sido rollo mío (rollo de mina casada y bien casada), pero yo sentía la tensión del deseo en el aire.
En otro tiempo, no lo hubiera dejado respirar, no hubiese dejado espacio para dudas o rechazos, hubiese actuado como la Mara que ahora duerme para protección de mi familia. Para tranquilidad de todos, un día del 2005 dio su examen y lo aprobó; desapareció de mi vida para siempre, al menos de mi vida física, porque ya me ha visitado en 2 sueños y me tiene el alma en vilo en mi erótico universo paralelo...
Qué gran alivio saber que él nunca tendrá la certeza de que las 3 ó 4 veces que le toqué descuidadamente un brazo o el hombro derecho me hizo inmensamente mujer... Qué descanso a mi conciencia que sólo existieron miradas ambiguas en la vida real, aunque incluso ahora, que recuerdo nada más su antebrazo y la sensación de sus besos dados en sueños, la descarga química me hace respirar corto y superficial.

Hasta que un día el experto artista de la mirada
no tuvo bastante con palpar la niebla;
quiso ser menos polaroid y más almohada,
tuvo un mal momento y rompió las reglas
y le ofreció la aventura vulgar de un enredo en un cuarto de hotel...
amor no es literatura si no se puede escribir en la piel