sábado, abril 28, 2007

gotcha!

metódico, limpio, ordenado, tenaz, emprendedor... todo lo necesario para ser alguien exitoso en la vida. no tengo ni idea de por qué empecé a salir contigo, tengo la impresión de que sí quise recibir un beso la primera vez, pero nunca di por entendido que eso significaba que iniciábamos una relación y luego no supe cómo quitarte de encima sin dañar tu diáfano corazón.
durante las primeras semanas, traté con desesperación de dejar de verte, pero tú ya hablabas de noviazgo, llevabas regalos a mi madre y entablabas discusiones políticas y filosóficas con mi padre y con mi tío, hijos de la antigua tertulia nocturna.
la primera vez que insinué que tal vez no era buena idea ir tan rápido, te pusiste a llorar y elevabas cada vez más la voz, sabiendo que mis viejos estaban sólo tras una pared, y yo me aterré, porque ya todos tenían la más perfecta imagen de tí y tus sentimientos hacia mí. toda la familia alucinaba con este joven correcto, educado y brillante que se había enamorado a primera vista de la niña perfecta de la generación. y ni tú eras correcto ni yo era perfecta, pero dejarte a tí en evidencia arrastrándome contigo era un alto precio que pagar a los 20 años...
lo intenté otra vez, ahora en un espacio neutral, y tu reacción escandalosa inundó la cafetería; lo peor, no era que me acusaras de no valorarte, sino que llorabas a voz en cuello que sabías que no estabas haciendo lo suficiente para merecer a una mujer como yo, pero que me amabas y que estabas dispuesto a hacer lo que fuese por que te diera otra oportunidad para demostrármelo y para vivir nuestro puro e inmenso amor. vergüenza. eso sentí. y la sentí aún más cuando me bajé del auto en mi casa y me despedí con un pequeño beso en los labios.
llevo meses buscando la forma de deshacerme de tí. no te amo. nunca te amé. sólo quería crecer un poco contigo, tirar de vez en cuando y dejarme regalonear los sábados por la tarde, pero yo nunca saqué a colación las ideas de una casa propia, un matrimonio altamente concurrido y un anillo de oro blanco con 7 brillantes. ayer vi tu auto en la esquina de 5 Norte y 1 Poniente, recogiendo a un travesti y te tomé una foto con la cámara del celular. al fin te tengo, hijo de puta

viernes, abril 27, 2007

Escasa seriedad de los acuerdos tácitos

Sorprendente. Esto estaba en calidad de borrador desde mayo del 2007. No está terminado y no lo voy a terminar. Nada más lo publico xq me recuerda a mí misma cómo cresta fue q mi matrimonio se fue a la mierda y encima es tremendamente actual.
Ná po. Lo releeré de vez en cuando

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Llevo varias semanas pegada en preguntas del tipo ¿hablo en chino? o ¿de dónde saqué (sacaste) eso?... ése es el origen de la entrada sobre los discensos y la capacidad de discusión y lo es también de ésta.
Usamos tan poco el lenguaje... me siento a la vez incomprendida y incomprensiva... otra vez estoy maneada con la falta de atención que prodigo y recibo, y con la consecuente tergiversación permanente de la forma en la que se maneja la cotidianeidad con mi partner, mi vieja, mi amiga-hermana y mis socias.
Una de las desagradables conclusiones es que miento, porque con la moderación de mi iracundo carácter, mi lenguaje corporal y expresivo da cuenta de impresiones radicalmente distintas a las que tengo. En ese escenario, no podría decir que no me atienden, tendría que decir que no me adivinan. Será por eso tan valorada en algunos círculos la honestidad descarnada y la espontaneidad? el problema es que, en mi caso, esos atributos me llevarían a la insolencia y la agresividad, y eso no puede ser bueno. De ahí deviene la segunda desagradable conclusión, y es que lo "conveniente" es que no deje de mentir. Oh!!! me dio asco!!! más que el que me dan las náuseas del nuevo embarazo!!!
Después no vienen conclusiones, sino interrogantes. Hay personas con las cuáles puedo ser honesta, pero luego de transmutar ira en aire (respirando como practicante de yoga, hasta que me mareo de tanto oxígeno en el cerebro) y creo que sólo un par con las que puedo ser honesta con toda espontaneidad, sin temor a que surjan rencores insalvables, y en que ambos entendemos que la posible violencia en la reacción no nace de la falta de respeto, sino de la preocupación mutua, del afecto infinito y de la aceptación plena del otro. Ah, y está mi hija, con quien tenemos una compenetración sorprendente (siempre dicen que las niñitas son más del padre, pero esta chiquilla tiene un corazón para cada quien...) y no existen exabruptos de enojo, de pasión, de risa o de angustia que no podamos compartir de manera instantánea; pero dejemos a la chica de lado, que ella es el más importante proyecto de toda mi vida y sería terrible que tanto esmero, amor, energía, dedicación y bla bla bla fueran inútiles.
Volviendo a las interrogantes,

jueves, abril 26, 2007

(hoy no estoy tan creativa, esto es de Silvio...)

Cuando venía de la escuela y alguien le quitaba un medio al niño
su padre le pegaba haciéndolo salir
tenía que romperse la cara sin llorar.
Si se ponía dibujar, sus casas y soles hacía trizas
los machos juegan a las bolas y a pelear
búscate un papalote, deja de soñar.
NO PUDO DECIR QUE TUVO MIEDO
NO PUDO DECIR QUE LE DOLIA
NO PUDO DECIR QUE ERA SALVAJE LO QUE HACIA
NO PUDO PEDIR AYUDA ALGUNA
NO PUDO GRITAR COMO PENSABA
NO PUDO SINO PARAR EN SECO SU AMARGURA
Y la erosión le trajo un sexo y una presencia ante la vida
sellados por un fuerte cordón umbilical
pues por su filiación sexual le juzgarán.
Hoy los archivos se desbordan de psicopatías y prejuicios
de mutiladas fantasías del horror
de remendados en la muerte y el amor.
DE NADA ME SIRVE SER AMIGO
DE NADA ME SIRVE SER HERMANO
EL SEXO ES EL JUEZ UNIVERSAL DEL SER HUMANO
Y SI ERES MUJER, NO PIDAS NI AGUA
SI CAMBIAS DE HOMBRE POR SEMANA
EL ODIO TE SIGUE INEVITABLE CAMA A CAMA

¿Quién
quién lleva un hijo en las entrañas?
¿quién le está dando desayuno
para cobrárselo mañana?
¿Quién
quién juguetea con la alquimia?
¿quién quiere fabricar cerebros
y sólo está sembrando muertos?

Sin comentarios

Soy un poco crédula, es cierto; pero 2 personas en las que confiaba hoy traicionaron mi fe. Y fue por plata. Estoy triste y no tengo ganas de hablar sobre ello

Discenso, discusiones y lenguas diversas

Según relata el capítulo 11 del Libro del Génesis (sí, la Biblia), en los primeros tiempos todo el mundo hablaba la misma lengua, y el hecho de entenderse permitió a los hombres hacer grandes cosas... todos estos logros nos llenaron de soberbia y, creyéndonos dioses, pretendimos la construcción de una torre inmensa que tocase el cielo. Dios castigó nuestra falta de humildad confundiendo el lenguaje "de modo que no entienda cada cual el lenguaje de su próximo".

En nuestro globalizado y políglota mundo, la diferencia de lenguas es, a mi modesto entender, inspiración de políticas públicas, privadas y personales de educación y sólo eso. Piénsese en el jovencito tradicionalmente flojonazo en los estudios, que encuentra la manera gráfica y funcional de comunicarse con su nueva cibernovia hindú.
Ojo, que no estoy emitiendo un juicio acerca de la importancia de entender y hablar idiomas distintos al de origen. Sí creo que el hecho de ser mono o políglota carece de importancia humana, porque el problema social de no entendernos no deviene de hablar o no la misma lengua.

En lo primero en lo que pienso es en lo triste que me parece que mi generación (la generación perdida, los hijos del régimen, la generación de los 80' tirando pa' los 90', los treintañeros) carezca de una política de discenso. La mayoría de las veces, parece de tan mal gusto pensar distinto a la mayoría y elegir vestirse de un modo diverso, vivir bajo cánones propios y, sobre todo pensar en forma autónoma. Qué serenos son los asados con amigos cuando la diferencia de opinión está en cuál es el mejor equipo de fútbol nacional o si Brad Pitt hizo bien en irse con la Jolie. Y qué susto cuando alguien osa rebatir a quién piensa que el gobierno, o la oposición, o la curia, o el empresariado, en realidad no lo hacen tan mal, poniendo ejemplos concretos de aquello en lo que aportan y aquello en lo que la cagan; o sea, de opinar sin ser un "partidario".
La frase "es mejor no hablar de política" o "la religión es un tema complicado" es más cliché que decir "te amo, mamita", y no porque no tengamos opinión, sino porque nos aterra disentir. Será la teoría de los consensos, que inspiró los primeros gobiernos democráticos que nos tocó contemplar desde la universidad y que, por tanto, nos parecen el mal menor?

Personalmente creo que es triste, pero creo que es incluso más profundamente preocupante que, cuando alguien es capaz de asumir que no piensa como su interlocutor, parece que instantáneamente deja de oír. Porque si se tiene miedo a disentir, se siente pánico a discutir.
Irse a las manos sería ridículo, no pienso en eso; pienso en la cantidad de tiempo que hemos perdido mi marido y yo, mi mamá y yo, mi hermana y yo, mi hermana y mi mamá, en conversaciones en las que por horas hablamos los dos, pero nadie escucha; pienso en las veces en que me han criticado y me he ofuscado tanto que he necesitado salir a dar una vuelta antes de volver al tema, pues si digo algo al momento, seguro que la cago; pienso en las innumerables veces en que alguien me ha hecho ver algo que le molesta de mí e inmediatamente cierra el diálogo diciendo que no quiere volver a tocar el tema (debo recordarles que el derecho a réplica tiene protección constitucional?!).
Mi padre me enseñó el valor de argumentar. Aunque no siempre estuvimos de acuerdo, desarrolló fundamentos para explicarme por qué se oponía a Pinochet, por qué no creía en la economía de libre mercado, por qué cotizaba en el Fonasa y no en una Isapre, por qué creía en Jesucristo por sobre todas las cosas; hasta por qué me amaba, por qué se había casado, por qué no tenía cuenta corriente y por qué trabajaba apatronado. Y yo, en mi entrañable admiración por ese hombre junto al que caminé durante 26 años de mi vida, aprendí a hacer el esfuerzo diario de argumentar mis actos, mis omisiones, mi fe y mis emociones. Pero en muy escasas ocasiones me he sentido frente a un interlocutor, aunque reconozco parte de la responsabilidad en mi pecado capital, la ira (para no guardar silencio a quienes debo reconocer, mis respetos y recuerdos a Juan Pizarro - mi padre - Gonzalo Guerrero, Monse Lobos y Rodrigo Ferrari, los mejores panelistas del programa de mi vida).
Pienso que, ante nuestra incapacidad de asumir las diferencias, y nuestra escasa disposición a encausar una discusión inteligente, que en el mundo existan un sin fin de lenguas es un detalle. Y me pregunto si Dios nuevamente controla nuestra soberbia de querer convertirnos en él a través de la confusión del lenguaje (de la ambición y de la envidia también, aunque no tengan que ver con todo lo que he escrito hoy).

martes, abril 24, 2007

Odio a todas las suegras. Sobre todo a la tuya y a la mía.

En este preciso momento me siento altamente cohibida de escribir, pues mi blog ya no es tan anónimo como antes. Y mi ciudad es diminuta, y en mi país todos se conocen, y aunque el título de esta entrada es absolutamente verídico, la señora en cuestión no deja de ser ni la madre de mi hombre ni la abuela de mi hija, seres a los que amo de la manera más entrañable que pueda describir, por lo que supongo que omitiré las razones concretas por las que guardo sangre en el ojo con la referida.

Qué incógnita más grande. Será cierto acaso que es imposible una relación sana y regular entre las 2 mujeres más curiosamente dispuestas de un hombre? Yo siempre creí que no, pues entendía que las coordenadas eran distintas: la madre era el eje x mientras la pareja era el eje y; por cierto que pueden burlarse, están en su derecho, pero los hijos e hijas me calzan claro y preciso en el eje z, dando 3 dimensiones al mundo de una persona, en este caso, de un hombre.
Supongo que cargo el terrible peso de la bendición excepcionalísima de que mi madre y mi abuela paterna se quisieran literalmente como madre e hija. Mi madre aceptó que dejásemos nuestra casa y viviésemos de allegados durante un año en la casa de mi abuela, para cuidarla; y lo hizo con tanto amor y agrado que todas mis tías, hermanas de mi padre, declaran sin reparos que mi madre se parece a mi abuela más que cualquiera de sus hijas, y que mi abuela llegó a desconocernos a casi todos, menos a su hijos menores y a su "Mary". Yo cacho que esa ironía de la vida me llenó la cabeza de pajaritos y me hizo creer que, de poner nada más que un poco de esfuerzo, podría construir con mi suegra una relación agradable.

Aunque hace rato que me quedó claro que no soy ni seré bajo ningún respecto el equivalente a una de sus hijas, al menos esperaba honestas demostraciones de afecto que dejaran patente que mis esfuerzos por mantener a su hijo en contacto con ella (todos sabemos que a los hombres no se les ocurren cosas a menos que su bolsillo o cama dependa de ello, y este no es el caso), de que mi hija no hiciera diferencias entre sus abuelas, de compartir con exactitud milimétrica el tiempo que se comparte con cada familia y de tratarla en mi casa como visita bienvenida, valían la pena.
Pero el humor inglés que tiene la vida me hizo notar que en realidad ni eso puedo esperar. Que la señora en cuestión siempre va a creer que tiene que competir conmigo y que, a su parecer, la mejor forma de hacerlo es la provocación, a ver si puede quedar como pobre y triste víctima el día que yo explote de mala manera.

En definitiva, me parece que esta amargada divagación no tiene conclusión y menos solución, por lo que me conformaré con rogarle a mis amigos que recuerden todo esto que dije un día, cuando era nuera, y me lo restrieguen en la cara el día en que sea suegra. Dios me libre.

miércoles, abril 11, 2007

Acerca de lo imposible que es ser padres sin morir en el intento...

No hay nada en la vida que me tome más en serio que el hecho de ser mamá. Si algo asumí hace mucho rato es que mis defectos de nacimiento son la inconstancia y la falta de tenacidad, pero cuando se trata de mi maternidad tengo un ímpetu que hasta yo misma desconocía, ordenando horarios, alimentación, deberes, platas, todo pensando en estar despejada y concentrada en mi Cata y a la dulce criatura que poco a poco deja de tener colita y toma forma dentro de mí.
Y por cierto que eso se extiende a la crianza, porque no hay hábito, palabra, juego, permiso o veto que no tenga una razón de ser muy superior a que así me fluye o me tinca. Algunas de mis amigas se ríen porque dejo de teñirme el pelo 6 meses antes de embarazarme, o cuando la Cata me pregunta si una bebida tiene "apatame" (entiéndase aspartame, endulzante no recomendable durante la infancia) antes de pedir que le sirvan un vaso.
Esa "obsesión" por ser una madre buena me tiene pinchando los artículos que se suspenden en el cyberespacio y que llenan las revistas femeninas y familiares, lo que hoy me tiene convertida en un manojo de confusiones acerca de qué es lo que debo hacer, qué es lo que va a hacer más feliz y menos trancada a mi niña.
En un mundo en el que parece que no existen tópicos poco importantes para la crianza de un ser equilibrado, no sé si alguien pueda ilustrarme acerca del momento adecuado (ni tardío ni adelantado) para iniciar a mi hija en la comida saludable, la lectura cultural, la música clásica y el aprendizaje de los colores y la lateralidad...
Hasta ahora, es la propia niña quien me ha ayudado mucho, pues varias cosas le fluyeron en forma más o menos natural, como dormir sola, dejar los pañales, tomar líquido en vaso y comer manchándose más o menos lo mismo que me mancho yo (punto bueno para la hija, dos puntos malos para la madre...). Pero más o menos pronto debo decidir algunas cosas para privilegiar en la educación de la enana y estoy un poco confundida...

Por ejemplo, opto porque sea una niña sin preocupaciones y viva una infancia normal dejando que coma lo que quiera, aunque eso signifique sobrepeso o mal nutrición? o le enseño desde ya la importancia y la dificultad de mantenerse delgada y le enseño a medirse en las raciones y a evitar los carbohidratos muy elaborados y las grasas? o la educo como a una chica saludable y vuelvo increíblemente atractivas las verduras crudas, las carnes magras, la soya y los productos orgánicos?
En lo que toca a la actividad física, dejo simplemente que se mueva lo que ella quiera o le hago una rutina de paseos semanales a los juegos de la plaza, con la velada obligación de que camine las 5 cuadras de ida y vuelta? o hago localizados con ella a mi lado para que me imite y tenga abdominales de hierro a los 5 años? (los abdominales que su madre ni tuvo ni tendrá, hay que decirlo).
Y respecto a su sociabilidad, me relajo y permito que salude cuándo y a quién ella quiera, de manera que mantenga autonomía respecto de su espacio personal y me avise si se siente intimidada por algún extraño, o le exijo que salude con afecto a abuelos, tíos y primos (aunque venga despertando recién o acabe de disputar un juguete con el involucrado o con su hijo) para que aprenda a acatar normas de buena conducta?
Qué decir de la creatividad... Será razonable que esté sentada en su batería (es verdad, no es muy grande, pero mete una bulla de la puta madre) sin importar la hora y que pese sobre mí la obligación de forrar las paredes del departamento con papel craft, o le enseño que hay lugar y tiempo para hacer las cosas, bajo riesgo que cuando estemos en el lugar y momento adecuados ya no recuerde el ritmo o la imagen que tenía en su cabeza?

Creo que, más que complicarme las respuestas a esas y otro millón de preguntas por el estilo, casi me rompe el corazón la convicción absoluta de que un día, sin importar lo que yo haya decidido y cuánto haya razonado mi decisión, ella creerá que fui una tirana, o una despreocupada, en todo caso una improvisadora, y que fui incapaz de darme cuenta el daño que le hice con mis reglas o mi libertad.