miércoles, mayo 27, 2009

de cómo el amor se cohibe en los juzgados

Dios sabe que lo intenté. directamente, con abogada, con mediadora, amenzando con irme a Magallanes a trabajar, rogando, dejándome humillar, pero nada. cuando se cumplieron 3 meses de vivir separados y el padre de mis hijos se contaba de aportar 2 paquetes de pañales y 1 kilo de leche para cada niño, en contra de mis deseos pero en cumplimiento de mi deber, lo demandé. aunque las cosas entre nosotros estaban a reventar, estúpidamente le envié un correo ofreciéndole detener el exhorto en el Tribunal de Viña, para que fuese a notificarse ahí personalmente y no le importunasen en su trabajo; su respuesta fue que no me quedaba aparentar preocupación. estúpidamente le expliqué que con una transacción podíamos evitar el juicio. estúpidamente le ofrecí que viniese a buscar a los niños el día de su cumpleaños, a los que no llamó durante 5 días porque se fue en esa fecha a un seminario a Buenos Aires.
aún no quiero resolver todo esto en Tribunales. aún lloro de vez en cuando al pensar que un día nos amamos y fuimos felices, y hoy su odio y su soberbia son más grandes que la preocupación por sus hijos. hay días en que quiero verlo sufrir. quiero humillarlo, quiero demostrarle que yo soy más fuerte y más inteligente. para mala suerte mía, esto se transformó en una demostración de fuerzas, y recular con la demanda sería para él la demostración que aún tiene control sobre mí y jamás me dejará en paz. para mala suerte suya, me he convertido en una hija de puta