miércoles, julio 22, 2009

gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal porque me mató tan mal...

la cigarra ha sido uno de los himnos de mi vida por estos días. me gusta esa sensación de que, sin importar lo que haya pasado, puedo empezar otra vez.
así como dejé mi pena y mi desolación en este blog, hoy abro mi esperanza.

estoy ad portas de cumplir 6 meses separada de quien fuera el hombre de mi vida y por fin las peleas violentas y las agresiones parecen estar cediendo lugar a la razón. estoy muy, pero muy dañada, y por eso a veces siento que debiese aprovechar que estamos en mi terreno (tribunales) y hacerlo pedazos a él y a gente que le importa y que se ha prestado para que mis hijos hayan necesitado de caridad ajena para salir adelante... pero renuncio, renuncio a la justicia. no a la justicia de una sentencia, sino a la justicia de que pague el daño y el dolor que ha causado.
este tiempo de mierda me sirvió para darme cuenta que durante muchos años cometí el error de legitimarme a través de otros, de esperar que mis padres, mi hombre y mis mejores amigos verbalizaran que sentían orgullo por mí, y por eso me desvanecí en sólo saber lo que les decepcionaba. dice el refrán que nadie da lo que no tiene, y yo me perdí el respeto y la consideración al subvalorarme sucesivamente.
es curioso, pero no me arrepiento de no haber crecido más en lo profesional y no haber generado un patrimonio propio. no sólo lo hice por amor, sino en la convicción de estar haciendo lo que representaba el mejor aporte para mi familia. sí me arrepiento de no haber mantenido mi amor propio como persona y como mujer.
en eso estoy ahora, en reconstruirme y en valorarme como la mujer fuerte, inteligente y bella que soy, y sé que me falta un largo camino, pero sé que lo voy a lograr, así como fui capaz de sacar adelante a mis hijos, de generarme un ingreso permanente, de tener mi propio hogar.

la guinda de la torta en este rato la ponen unos ojos café que me han acompañado con paciencia y cariño en las últimas semanas. no hay nada aún más que besos en la frente y sonrisas cómplice, y prefiero que así sea por un rato, pero saber que están ahí me hace bien, me pone contenta. quién sabe? yo no, pero no importa, porque ya no tengo prisa...