lunes, diciembre 04, 2006

La Cata (o mamá... pipí...)


Acabo de notar que en este blog no hay nada acerca de la Cata. Ni pensar en sentirme culpable por eso, porque durante meses mantuve el space, de hotmail, plagado de fotos y entradas de mi corazón, mi milagro, mi ángel, el sueño de mi vida... no hay palabras cliché ni remilgos cuando una madre habla de su hija, así que no me importa que suene a frases hechas porque en realidad, tras siglos de humanidad, no pretendo la soberbia de instaurar una nueva.

Siempre me gustó el cabrerío chico, pero creo que cuando nació Nicolás, en diciembre del 99, me afloró la maternidad en plenitud. Ese enano me hizo desear, por primera vez, que alguien me mirara con esos ojitos con que él miraba a su mamita; que ese olorcito a leche, jabón de glicerina y colonia de guagua fueran cotidianos en mi vida; que hubiese una personita pequeña que se serenase con mi respiración.

Y un día de febrero del 2004, entre el dolor de pechugas y el retraso de la regla, tuve la confirmación de que iba ser mamá. SER MAMÁ... qué loco... todas mis amigas que ya habían recibido la noticia se hacían un manojo de nervios y yo lo único que sentía era felicidad, no me cabía otra cosa en el pecho...
Recuerdo hartas cosas de esas semanas: la primera ecografía en que era apenas una lenteja con vena, la sensación de mariposas cuando empezó a moverse, el asombro el día en que sacó su talón por debajo de mis costillas, o cuando saltaba para todos lados al darle las buenas noches... creo que desde que supe que existía, la Cata me ha dado puras satisfacciones, puras ilusiones bellas. Hasta cuando peleamos me da cierto agrado notar que siempre sabe lo que quiere y tiene la tenacidad de su padre para conseguirlo...
Hoy la Cata tiene 26 meses, va al jardín infantil, canta canciones breves, come sola, aún baila cada vez que oye música, toca el tambor y, desde esta semana, ya no usa pañales. Será que una exagera demasiado o quizás que sólo los padres lo entienden justo en el tiempo en que su niño comienza a avisar, pero yo en serio siento que esto significa que ha dejado de ser un bebé. Me impacta y emociona incluso más que la primera vez que se mantuvo sentada sola, o cuando caminó, incluso cuando dijo mamá... este es el primer gran esfuerzo de su parte, su primer signo de madurez en el crecimiento, y si me emociona es porque no puedo creer que hace tan poco tiempo ni siquiera estaba en mi vida.
Mi abuela siempre me decía que la vida se pasa rápido, sobre todo con hijos, y yo creía que era reflexión típica de viejita; pero es innegable, con la Cata todo ha pasado en apenas un par de pestañeos que en realidad son 2 años de mi vida... 16 procesos como ese hacen mi vida completa! qué fuerte!
Ahora estamos preparándonos para quedar embarazados otra vez. Un Juanma, o una Laurita, otro comienzo lleno de emociones y esta vez, esperados por 3. No entiendo cómo alguien puede preguntarme por qué creo en Dios.

2 comentarios:

Tita dijo...

Marinita
No sabes cómo me emocionaron tus palabras. No se qué me hizo pasar por el blog y ver tu "carta" al Juanito Pizarro.
Imáginate que yo lo conocí desde que tenía 9 añitos de edad, época que me marcó demasiado en la vida, y por lo cual me siento muy ligada a tu familia, a pesar de la distancia. Tu casa y tu familia significaron un gran refugio para mis carencias de infancia.
A medida que voy leyendo, parece que veo a tu papi, no pude evitar llorar...ver que nuestras hijas apenas se llevan por 20 días...recordar que cuando me enteré de la enfermedad de tu papá me quedé tan helada que sólo sentí ganas de irme a la casa y acostarme para despertar pensando que sólo se trataba de un mal sueño.
Dar la noticia fue lo primero que hice a la mañana siguiente...
Para peor, y no creo que sea mera casualidad, al comenzar a leer tu carta, comencé a escuchar en mi compu una canción que se llama "Para que no me olvides" (Lorenzo Santamaría)...no se quien cresta es ni cómo llegó a mi archivo, pero acompañó mi lectura de la carta, no con pena si no con una emoción tremenda.
Te quiero, te sigo admirando y sin duda te deseo lo mejor de la vida, para la tía Marina, para el Juanpi, y obvio para la Anita también, que aunque crezca siempre seguirá siendo chica para nosotras.

Mara dijo...

Cabra lesa, que me haces llorar de vuelta.
Yo te quiero mucho, amiga, y espero seguir contando con tu amistad y tu cariño mientras nos quede vida. Mi amistad y mi cariño los tienes garantizados.