jueves, noviembre 30, 2006

Otro diciembre al inventario

Pucha viejo, qué te extraño.
Durante estos años, siempre te he sentido muy cerca y muy cotidiano, pero de repente me pregunté qué pasaría si en realidad no has visto nada. Sería por una buena causa, ya que estarías contemplando a Dios y tal maravilla es la que te distraería de nuestros avatares cotidianos; pero de ser así, me surge la inmensa necesidad de que sepas qué ha pasado, y que sientas y sepas que, aunque preferiría mil veces que aún estuvieras aquí, me las he ingeniado bastante bien en tu ausencia.

Cómo estás? Se acerca tu aniversario y no me dejas ni pensar en otras cosas, en casi todo estás metido tú y tu manera de ver la vida.
Creo que nunca asumí que en verdad la vida seguiría por tanto tiempo después de que te fueras. Dónde te metiste? Hay días en que te hecho tanto en falta que no puedo entender cómo he podido vivir 5 años sin tus abrazos, sólo con tu voz en mi cabeza.

Por acá las cosas han seguido su curso normal.
Mi mami está sola, pero muy ocupada entre mis abuelos, la casa, los sobrinos, la nieta, y nosotros, que de viejos seguimos manteniéndola en vilo... Tiene por ahí sus grupos de viejas con las que hace gimnasia, nada, reza. Supongo que en realidad la parte dura de que te hayas muerto es su viudez, que durante 3 años fue dura y muy profunda, pero el Señor ha sido generoso en compensaciones con ella.
La Anita acabó siendo la matea de los hijos, y luego de titularse de tecnóloga en construcción, está sacando la construcción civil en las noches. También es ordenada con las platas, ahorra, se paga la Universidad; quiero creer que aprendió de los errores de sus hermanos. También está solita, entre la mala pata y ese carácter suyo entre cálido y frío, entre organizada e irracional... en fin, si es Pizarrito, no? Todos dicen que se parece mucho a tí, aunque yo no encuentro que sea tanto. Seguimos siendo como antes, aún nos agarramos a coscachos y garabatos y al rato andamos del brazo y besuqueándonos, así es que podrías continuar molestándonos con el sonsonete de "hermanita mía".
El Juanpa, casado, medio macabeo (no sé cómo reaccionarías en los momentos de crisis, en serio), pero con esa gracia que él tiene de no hacerse problemas y ver siempre la vida como algo entretenido. Sigue hincha del Colo Colo, casi socio honorario Nº1, pero él ya casi no juega a la pelota. Tiene una hija política que es una delicia, muy cariñosa, mañosa para comer tanto como yo lo era de chica, y muy dulce con todos.
Yo tuve una hija papi. Es una delicia y sé que te hubiese enloquecido como lo ha hecho conmigo. La Catalina es un sol, una aventura diaria, una fotocopia mía en la cara, pero mezcla de mil generaciones en el carácter. Yo le hablo de tí y se ríe cuando le digo que eras divertido y te gustaba bailar, me contesta que "a Cata tammén"; cuando le digo que estás en el cielo, te busca y te tira besos o te grita que te quiere mucho. Este pequeño milagro no sólo es la luz y motivación de mi vida, también ha rescatado a mi mamá de su duelo, así es que puedes quedarte tranquilo de saber que en sus nietos la Mary reconstruye sus sueños.
Sigo casada y bien casada con Rodrigo. Es un buen y gran hombre, papá, aunque a veces me cuesta mantener sus pies sobre la tierra y conseguir que conserve el norte en el proyecto de vida que me ofreció y por el que acepté dejar todo botado para seguirlo; a veces se pone materialista, existista y trabajólico, pero es el medio, porque si razonamos juntos baja las revoluciones y es otra vez el hombre familiar, dulce y preocupado que tanto amo.
La pega, bien. Preparo a chiquillos para su examen de grado de Derecho, así que soy entre profe, psicóloga, madre, y tú sabes cuánto llena eso el alma de quién nació para político, pero no quiso jugar el juego con las reglas de hoy. También comparto oficina con dos amigas; son honestas, simpáticas, trabajadoras, pero un poquito fachas... la Pachi me preparó para eso, así es que ya no representa un problema,

Cómo verás, el Señor está en su Cielo y cada cosa en su lugar. Tú sigues presente, como corresponde, y aún me enorgullezco de que alguien me identifique como la hija de Juan Pizarro. Realmente quisiera abrazarte, que me acaricies las sienes y que me digas si te sientes orgulloso de mí, personalmente es lo único qué me falta; porque todo el resto lo tengo en mi corazón a cada instante.
Te quiero mucho, papá.

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