domingo, septiembre 14, 2008

en algún lugar queda lo que no debe vivirse

de algún lugar que sin dudas estaba más allá de su profunda intimidad, llegó una oleada de deseo que, por primera vez en mucho tiempo, no tenía relación con su compañero de toda la vida. inicialmente lo atribuyó a un sujeto en particular, pero con el transcurso de los días advirtió que tenía más bien que ver con ella misma. porque, seamos honestos, su relación estaba muy bien; quizás, en un extremo de exigencias absurdas, podría reclamar que tanto tiempo de alegría y estabilidad carecía de emoción, pero no de ternura, ni de pasión, ni de entusiasmo.
se sentó en la cama un poco nerviosa. contaba con unos minutos de tranquilidad entre sus mil ocupaciones, pero aún no estaba convencida de querer hacerlo; en el fondo, tenía total claridad acerca de que aquí en más todo sería su responsabilidad, que voluntariamente pondría en riesgo la serenidad de su vida por volver a vivir la adrenalina de ser totalmente egoísta y pensar en el placer por el placer, sin bemoles. intentó marcar el número 5 ó 6 veces sin conseguirlo, se arrepentía cada vez. se sirvió un vaso de agua, que bebió sin pausa, y sintiéndose una jovencita otra vez, finalmente lo llamó.
la conversación fue breve, sólo acordar lugar y hora para tomar un café en un lugar muy concurrido, que supuestamente mantendría a cada quién en su sitio. como ya estaba lista, sólo tomó su cartera y las llaves del auto, y condujo hasta el centro comercial, donde primero trató de serenarse mirando objetos que no podía comprar, como un reloj finísimo y un vehículo a batería para su hijo menor. trataba de no pensar en lo que haría, o en si se veía linda, o si había llegado demasiado temprano. curiosamente, no tenía que esquivar los pensamientos acerca de su pareja y sus hijos, pues simplemente ellos no llegaban, lo que le hizo sonreir irónicamente al darse cuenta de que en verdad esta pequeña pausa a la cotidianeidad era un regalo a si misma. y tanto trató de distraerse que se sobresaltó cuando oyó el celular: él quería saber si le había pasado algo, pues ya llevaba un tiempo de esperarla.
subió por la escala mecánica y lo vio apenas asomó al piso en que estaba el café en que se reunirían. hicieron contacto visual del inmediato, y sin embargo ninguno de los dos sonrió; podría decirse que siquiera pestañearon. en los últimos segundos, ella creyó arrepentirse y se desvió hacia la derecha de la mesa en que él se encontraba, pero, para su sorpresa, él se puso de pie con toda naturalidad y la siguió con discresión hasta el auto.
con las manos sudorosas del arrepentimiento y la prisa, trató de abrir la puerta del conductor con las llaves (qué cosa más absurda, si con el control de la alarma pudo hacerlo con un dedo...), pero antes de que consiguiese calzar la llave, sintió cómo él la asió por la cintura y le olió la nuca y tras los oídos. si había alguien más en el estacionamiento, es una incógnita. él la giró hasta dejarla de frente y le dio un beso dulce, pero potente; al tomarle las manos, se hizo de las llaves y, sin dejar de besarla ni de sujetarla firmemente contra su cuerpo, quitó finalmente los seguros y subió con ella al asiento trasero. ya no había vuelta atrás

4 comentarios:

Ale dijo...

Las historias de amores furtivos, de amantesy de esquivos amores impulsivos son tan reales que me hacen tiritar.
La leí y me corrió un frío por la espalda, debe ser que pa mi esas historias se han repetido en alguna época de mi vida.

Buen relato amiga, aunqe el personaje me apreció un tanto familiar...

Besos y abrazos.

Mara dijo...

jijiji
tienes q tener presente mi encabezado: las coincidencias son a veces casuales, a veces intencionales y a veces inexistentes.
como ya he escrito mucho de mis hijos y de mi papi, creo q crearé acá una vida paralela. te aviso para q no te espantes
jajajajaja
besos!!

Santiago Paz dijo...

Parece que se está masificando esto de hablar de "amores prohibidos".

Beijos, Mara.


Atte:
Paz

Francisca Westphal dijo...

topísimo, especialmente en el contacto visual... no necesito saber el resto de la historia... besos...