feliz cumpleaños, amor

Es la madrugada del martes 15 de mayo. Como cada 6 días, el Rodri tiene turno de 24 hrs. y, como suele suceder en estos casos, estoy insomne y me doy vueltas por el ciberespacio leyendo, escribiendo, jugando tonteritas básicas...
Hoy también el Rodri está de cumpleaños. Cumple 34. No es que no me haya dado cuenta de que hasta acá nunca he escrito sobre él acá en el blog más que referencias tangenciales; la verdad, lo tengo súper claro, y además es a propósito, pues él es mi cotidianeidad y mi intimidad, así que me da un poco de pudor exponer nuestra vida juntos... Por otra parte, está el hecho de que él sabe que escribo y respeta mis espacios (antes mis croqueras; hoy, el blog) sin preguntarme ni intentar leer nada, entonces es como una vuelta de mano el no hablar de él a sus espaldas.
Pero hoy sí tengo ganas de hablar de él.

Nos conocimos hace algo más de 10 años en la comprometida situación de que él y una de mis primas muy cercanas eran patas negras recíprocos, el atraque loco entre pololo y polola oficial. Durante el '96 coincidimos un montón de veces y siempre creí que era simpático, pero no me despertaba ningún interés particular hasta fines de ese año, en que tuvimos algo así como química tardía y, previa pregunta de rigor a mi prima (nobleza obliga), nos embarcamos en una sucesión de salidas que durante 6 meses tenían como exclusiva motivación que tirábamos rico juntos. En realidad no recuerdo bien cómo fue qué cambió el switch, pero otra vez tardíamente nos hicimos amigos y compartimos cosas importantes. Nos casamos en agosto del 2001 y acá estamos, con una preciosa hija de 2 años 7 meses y esperando el segundo muñeco para noviembre de este año.
Me doy cuenta de que muchas veces hablo acerca de él con mis amigos para pelarlo, cuando estoy enojada porque lo encuentro mamón, o machista, o arribista, o superficial, y asumo toda la responsabilidad de que por eso algunos amigos cuestionen que esté enamorada o que sigamos juntos.
Pero la verdad es que, puestas las cosas sobre la balanza, el Rodri es la raja. Es un tipo tranquilo, trabajador, cariñoso, honesto, tenaz, que se apasiona por todo lo que hace, que me ama y me hace feliz. Los primeros años que vivimos juntos, yo solía sentir que era un adorno en su plan de vida, que todas sus decisiones estaban planeadas para su felicidad y próspero futuro y que a mí me quedaba adherir a ellas o buscarme otra vida; pero en estos años hemos peleado tanto, convenido tanto, amado tanto, crecido tanto, que a punta de esfuerzo hemos construido una relación en todo el sentido de la palabra, y aunque me siento orgullosa de eso, es lógico que no podría haberlo conseguido sola.

En este momento siento que faltan mil horas para que sean las 5 de la tarde y haya vuelto del trabajo. Voy a hacer mi pequeño discurso anual y le voy a dar un beso rico; voy a alabar algunas de sus virtudes y a hacer una que otra broma irónica de algún defecto, para después compartir torta los tres. Y en la noche me lo voy a tirar hasta que me diga que no puede más y que "me sirva" si yo quiero seguir, porque seguimos tirando rico juntos